De la tela al Cuerpo:
Retazos de una artista
Una breve reseña
Por: --Axen—
"Con el avance
tecnológico uno se puede hacer muchas preguntas, cuál es el estatuto original
del cuerpo y hasta dónde irá su futuro. Actualmente no estamos preparados para
estos cambios sociales. Yo quiero cambiar, o mas bien, preparar a la sociedad
para estos cambios.
“Mi trabajo centra exactamente en ese aspecto, trata sobre el cuerpo mutante, el cuerpo del futuro; es un trabajo en el que ando desde el 68 cuando llegaba a las conferencias con un cartel que decía: 'Yo soy una hombre y yo soy un mujer'. ORLAN
“Mi trabajo centra exactamente en ese aspecto, trata sobre el cuerpo mutante, el cuerpo del futuro; es un trabajo en el que ando desde el 68 cuando llegaba a las conferencias con un cartel que decía: 'Yo soy una hombre y yo soy un mujer'. ORLAN
Orlan
es una artista de la intervención en vivo o performance. Trabaja sobre el
estatuto del cuerpo en nuestra sociedad contemporánea programando su propia
mutación mediante cambios de cuerpo y de imagen. Gracias a los medios
artísticos y tecnológicos, desvía de sus usos habituales la cirugía estética y
la imagen digital.
Es
una artista multimedia que utiliza el video, la fotografía digital, la cirugía,
y que hace de su cuerpo el lugar de producción y explotación de sus
intervenciones artísticas, inspiradas en la iconografía barroca, grecolatina y
precolombina.
Su
obra choca con los conceptos clásicos de la identidad, con los tabúes
vinculados a los mitos de la feminidad, a la angustia de la apertura del cuerpo…
* * *
ORLAN |
El
empleo del cuerpo como plataforma de un discurso no inicia con ORLAN. La
manipulación de extremidades, la aplicación de técnicas de dibujo y coloreado,
incluso la mutilación consensuada para instaurar un decir se da desde tiempos ya
muy lejanos. La novedad de ORLAN –si se le puede llamar así a su trabajo-
radica en el dispositivo ideológico-mercantil-transgresor en
el cual se inserta su trabajo (y su cuerpo, sin duda)
El ser humano, en su presentación y relación con la realidad,
se volvió el objeto central de muchas propuestas artísticas como la
Performance, el Body Art, o el denominado Arte Relacional de los años noventa,
en el cual se exploran las relaciones sociales entre individuos. Un performer,
a diferencia de un actor, no actúa en la ficción, sino que vive una determinada
experiencia real fijada con unas determinadas normas, en un determinado espacio
y tiempo. La realidad ya no es representada, sino experimentada, consagrada
como obra de arte por derecho propio, a través de las acciones del artista,
cuyo cuerpo se convierte en la herramienta principal de producción artística.
En el caso del Body Art, el cuerpo no solo es utilizado como agente, sino
también como receptáculo de la acción, como lienzo vivo sobre el que
intervenir, seguramente el lienzo más antiguo de la historia del arte.
La obra de Orlan
abarca una serie de aspectos e interrogantes en torno a la identidad y el Yo;
quienes han escrito sobre ella la vinculan a textos políticamente incorrectos
del feminismo y en sus performances es habitual escuchar textos de Freud y
Lacan leídos por ella o repartidos a los asistentes para dirigir el sentido que
le den a su obra. La selección misma de autores bien podría inspirar un estudio
profundo de la obra de Orlan en relación con la literatura y teorías que ella
le asocia.
“Somos una generación
que tomamos la palabra para reivindicar nuestro cuerpo. Nos planteamos si ser o
no ser madres. ¡Gracias a la píldora, la píldora ...! Había una época en que no
casarse y no tener hijos era un acto político bastante violento. Siempre lo más
difícil de soportar es que una mujer haga lo que quiera con su cuerpo, no lo
que se espera que debería hacer. Queremos tener un cuerpo y poder gozar de él
más allá de lo que nos enseñan. La idea es salirse del marco, ejercer el libre
albedrío para inventarse y realizar una escultura de sí mismo.
Propongo un cuerpo desacralizado, disidente, que 'decorpora' y puede ser decorado”.
Propongo un cuerpo desacralizado, disidente, que 'decorpora' y puede ser decorado”.
Orlan es una artista francesa - nacida el 30 de mayo de
1947 en Saint-Etienne, (Loire) Francia- que se autodefine dentro del feminismo
y que desde mediados de la década del 60 ha realizado diversas performances en
las que su propio cuerpo se somete a constantes intervenciones quirúrgicas. Dos
ejes centrales giran en torno a su obra, en no pocas ocasiones polémica,
resistida e incluso no del todo comprendida, la posibilidad de transformación
del cuerpo de manera definitiva, sin vuelta atrás, y la presencia de las
cámaras fotográficas y filmadoras que se convierten en inmediatos testigos de
la acción.
INTERVENCIÓN |
En cada
performance Orlan se enfrenta y nos enfrenta a una “transformación” voluntaria
pero asistida de nuestra forma biológica. Ella ha buscado de manera intencional
tener parte del rostro de la diosa Diana, la Mona Lisa o la Venus de Boticelli.
En este sentido puede ser considerada una auténtica artista multimedia que
utiliza el video, la fotografía digital, y la innovadora y estremecedora
presencia de la cirugía para hacer de su físico una nueva obra inspirada en
diferentes iconografías del arte como la barroca, la grecolatina y la
precolombina.
En
su particular concepto de entender el arte, en 1964 comenzó en las calles de su
ciudad natal Saint-Etienne unas actividades radicales provocadas por los
acontecimientos del mayo francés de 1968.
Una particular protesta denominada, “Marche
au ralenti“, (camina en cámara lenta). Una marcha que realizó
lo más despacio posible entre dos puntos centrales de la ciudad. Fue el
comienzo de sus primeras actuaciones y espectáculos en público.
Desde
1965 hasta 1983 representó una compleja actuación, la “MesuRages“, un
uso de su propio cuerpo como instrumento de medida, Orlan haría uso de su Orlan-Body como medida en un espacio
arquitectónico determinado.
Sus excéntricas representaciones fueron
un desafío tanto a las tradiciones más religiosas como al supuesto arte en el
mundo. El primero a través de imágenes blasfemas y el segundo con acciones de
una interpretación irreal del arte.
Como
una estrella en su propio teatro de la operación, en 1990 dejó su particular
túnica santa y decidió ser reencarnada. La reencarnación de Saint Orlan fue el comienzo de una serie de
cirugías plásticas en la cual, la artista comenzó a transformarse a si misma en
semejanzas de algunas de las pinturas y esculturas históricas más conocidas.
El objetivo de Orlan era conseguir el
ideal de belleza como sugieren los grandes artistas que pintaron mujeres.
En 1990 Orlan fue la
primera artista que utilizó la cirugía y la cirugía estética en un performance.
“La Re-Encarnación de Santa-Orlan” o “Imágenes, Nuevas Imágenes” fue la primera
de una serie de “Operaciones-Performances-Quirúrgicas”: dibujos con sangre,
relicarios, textos, fotos, videos, films, intalaciones…
Luego de una cirugía facial, durante los 40 días siguientes
Orlan se sacó fotos diariamente mostrando cómo los hematomas del rostro iban
cambiando de color y relizó una exposición con estas gigantografías: “El cuerpo
fabrica autorretratos”.
“Artaud dijo que se
puede cagar de mil formas, dormir mil horas.
Es infinito el tiempo que uno usa para usar la máquina cuerpo. Tiene muy poca autonomía. Necesitamos un cuerpo más liviano, más adaptado. La plenitud del cuerpo dura 30 años, no más. Y eso no es mucho. Hace un tiempo hice un petitorio contra la muerte, y pocos quisieron firmarlo”.
Es infinito el tiempo que uno usa para usar la máquina cuerpo. Tiene muy poca autonomía. Necesitamos un cuerpo más liviano, más adaptado. La plenitud del cuerpo dura 30 años, no más. Y eso no es mucho. Hace un tiempo hice un petitorio contra la muerte, y pocos quisieron firmarlo”.
En 1993, el
21 de noviembre, después de la 7º Operación-Performance-Quirúrgica en Nueva
York, se hace colocar a cada costado de la frente dos implantes de siliconas
utilizados habitualmente para realzar los pómulos, lo que crea dos
protuberancias sobre sus cejas.
"Todo mundo
conoce ese dicho de Simone de Beauvoir: 'No somos mujeres, nos convertimos en
mujeres' y los hombres 'No son hombres, se convierten en hombres'. La sociedad
es una fábrica de cuerpos y de las realidades que van con esos cuerpos, y mi
trabajo consta precisamente en cómo cambiar ese formato.
“¿Sobre si tengo dolor en mis
intervenciones? No. Estoy totalmente en contra del dolor, es un viejo problema;
siendo mujer siento totalmente ridículo el dicho (bíblico) de Debraux: 'Parir
en el dolor'. En nuestra época tenemos la posibilidad de eliminar el dolor. Y
es lo que realizo en mi trabajo: les pido a los cirujanos no recibir ningún
dolor, no creo en el dolor como redención ni como purificación…”
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