Centro Histórico, Ciudad de México. El archivo histórico del periodista Enrique Flores Magón estará al alcance de quien lo solicite, sin ningún requisito ni identificación. Tampoco tendrá que justificarse.
“Aborrecemos la burocracia y tenemos una profunda aversión por las prácticas convencionales del archivo –explica Diego Flores Magón, bisnieto de Enrique–. Cuando un archivo se convierte en una institución, lo que hace es encarcelar el documento y burocratizar su consulta. Y en esa práctica institucional se excluye a una enorme masa de personas y de comunidades; quedan excluidas del contacto con la memoria documental”.
Expone, sin embargo, que el control sobre los documentos “tiene cierta lógica indudable” porque se trata de bienes patrimoniales: “Efectivamente, yo me pondría nervioso de entregar a alguien una cartita de Ricardo dirigida a su mamá; un papelito chiquito de 1880”.
Pero la tecnología hará posible prescindir de los controles barrocos, innecesarios y rituales: toda la consulta de los documentos será en su versión digital. “Así cualquiera podrá hacer una consulta irresponsable de los documentos; que venga cualquiera: a mí no me va a interesar ni me incumbe cómo se llama ni para qué quiere el archivo ni por qué le interesa. Que venga, se siente y los lea”.
Diego Flores Magón no se asume anarquista: “Lo digo con todas sus letras: no lo soy”. Pero no oculta su fascinación por lo que del anarquismo ha ido descubriendo.
“Me tocó una educación muy influida por el fin de la Guerra Fría, por la crítica a los regímenes socialistas del siglo XX y muy influida por el liberalismo. El Colegio de México es una institución muy conservadora”, dice el egresado de la licenciatura en Relaciones Internacionales que imparte esa institución y también egresado del bachillerato en el Reino Unido.
Asegura que la puesta en consulta de los archivos permitirá la discusión sobre el papel y el legado de los hermanos Flores Magón: “Queremos revisar la historia de los libros de texto, donde el magonismo tiene un lugar mínimo y discutible. Y nosotros queremos discutir esta historia. Queremos hacer un movimiento crítico y promover la construcción de nuevos discursos historiográficos. Esto será posible a partir del archivo y no del libro de texto”.
Y es que el archivo no servirá para reforzar lo que señalan los libros; por el contrario, los desestabilizará. “Nos fascina la fuerza subversiva del archivo frente a otras narraciones convencionales, canónicas, de la historia nacional”.
Entre los documentos del archivo se encuentran alrededor de 600 fotografías captadas entre 1850 y 1950, cartas, poemas, manuscritos íntimos. Éste revela la convicción de Enrique de que su hermano Ricardo Flores Magón fue asesinado por estrangulamiento en la cárcel estadunidense de Fort Leavenworth, Kansas, y no murió por un paro cardiaco, como dice la historia oficial.
También descubre, de manera contundente, que es el archivo de una organización editorial. Se trataba de un grupo de periodistas cuyo trabajo era sumamente subversivo para el régimen y que, finalmente, optaría después por la vía insurreccional.
“Hay carpetas y carpetas –explica Diego– que son listas de suscriptores, papelería y de morosos. Era una verdadera imprenta que incesantemente estaba sacando productos editoriales; y también proyectos políticos de una seriedad absoluta que derivan finalmente en la Revolución”.
El contrato de arrendamiento de El Hijo del Ahuizote, celebrado entre Daniel Cabrera (fundador y dueño del periódico semanal) y Ricardo Flores Magón (por el grupo que había fundado el diario Regeneración) es revelador: muestra la modestia y el contexto social en el que los periodistas realizaban su trabajo.
“Se establece el derecho a usar el cabezal del periódico, la imprenta y los operarios del inmueble –expone Diego Flores Magón–; también se establecen cláusulas en caso de que lo clausuren. Y hacen un inventario de los objetos que hay en el lugar. Y entonces, con todo ello, lo que figuras es un lugar totalmente destartalado; todo está como abollado y roto.”
En el documento se enumeran: tres escupideras de cobre, una totalmente abollada; tres sillas, una de las cuales está desfondada; enciclopedias con varios números faltantes; e incluso, objetos de los cuales no se ha podido conocer qué son, como aquel que está descrito como “una banca para esperar a los franceses”.
—A la fecha no sé qué diablos es eso –dice Diego–. Pero por lo que se puede suponer con lo que se describe, El Hijo del Ahuizote era una imprentita; pero con un peso muy cabrón ideológica y políticamente. Y siempre en los márgenes de la subversión.
Entre los documentos también se encuentran los recortes de periódicos que daban cuenta de los debates postrevolucionarios acerca del magonismo; colecciones casi completas de los periódicos Regeneración, ejemplares de El Hijo del Ahuizote y de publicaciones anarquistas estadunidenses. Además, varios miles de libros. “Los que más me gustan –dice Diego– son los libritos de prensas anarquistas de la década de 1920, pues es lo más frágil y lo más escaso; la mayoría de esos libros no se volvieron a imprimir”.
La apertura del Centro Documental Flores Magón todavía no tiene una fecha concreta. Diego explica: “Tenemos ciertos documentos, pero constantemente estamos procurando subsidios y donativos para ir jalando. La apertura del centro de documentación digital está supeditada a la obtención del equipamiento mínimo. El programa ya está muy avanzado; no obstante, para su salida pública, todavía faltarán algunos meses”.
⇒ Parte II: El archivo magonista: abierto para consulta libre y gratuita
Fuente: www.contralinea.com.mx Periodismo de investigación http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2013/02/04/el-archivo-magonista-abierto-para-consulta-libre-gratuita/
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